Alguna
vez navegando en la red se me vino una pregunta a la mente, ¿Cómo hace internet
para funcionar? ¿De dónde le entra el dinero para mantener sus páginas? Divagando
respecto a estas preguntas imaginé muchas cosas, una de ellas y creo la más
ilógica que pensé fue “eso se mantiene por la publicidad” pero lo descarté de inmediato,
no creí que fuera eso posible, son muchas páginas web y sería imposible que la
publicidad manejara tanto dinero como para que una enorme cantidad de webs como las que existen en la actualidad puedan estar aún en pie y que sus
fundadores reciban muy buenas ganancias de éstas. Este pensamiento se mantuvo hasta
que tuve la fortuna de apreciar un documental llamado “El precio de lo gratuito” y
de allí pude rescatar esa idea absurda que surgió hace un tiempo en mí y
confirmar que no era tan descabellada como me lo imaginé.
“El precio de lo gratuito” se
fundamenta en argumentos tales como que “Creemos
que las cosas son gratuitas pero el precio es la información que damos en la
red” y “Cuanto mayor tiempo estamos
conectados más venden, más se consume y más información se produce”, todo
esto soportado en puntos de vista muy acertados acompañados de investigaciones,
los cuales son fáciles de percibir simplemente contemplando lo que como
sociedad nos acontece, esto da razón de lo que hacemos los usuarios para poder
estar conectados es regalar nuestros datos personales para abrir cuentas,
completar perfiles en los que dices lo que te gusta en cuanto a música,
literatura, cultura y hasta preferencias religiosas, creyendo que con poner
esos datos simplemente estás completando un perfil que es opcional en la página
en la que te inscribes, con eso si terminas un proceso, el mismo del que se
aprovechan para extraer información y así poder saber, segmentar y crear nichos
de mercado que a simple vista parecen desiertos, pero que es justo gracias a
esta interconexión que se presenta de unos años para acá dichos espacios pueden
ser abordados de la mejor forma para que los usuarios y futuros compradores
cuenten con experiencias placenteras frente a esas situaciones, creo que la
mejor forma para englobar este acontecimiento es “publicidad dirigida y a
medida”, claro y como era de esperarse en esta sociedad, todo tiene un precio y
más si es información que es otorgada sin ningún tipo de resistencia por parte
de los usuarios.
Por
otra parte si bien la información sobre sí mismos es demasiada en las redes en
las que se interactúa, pienso que si se quiere estar informado, actualizado,
caminando a pasos mundiales no quedan muchas opciones para resistirse a sumergirse
en este tipo de dinámicas, lo que debe hacer el consumidor es asumir su papel
de manera responsable y reconocer que en internet el producto somos nosotros
mismos, es por esto que si alguien se queja porque alguna red social abusa de
su información pues no ponga nada, si en unos años se quejan de fotos tengan en
cuenta que una vez algo se sube a la red, ya nunca será bajado de allí, eso no
es desconocido y en caso de serlo en los contratos, términos y condiciones a
los que las personas le dicen siguiente se especifica todo esto, razón por la
cual en esta interacción nos hay víctimas ni victimarios, sólo hay personas que
reciben información a medida que otros la otorguen, por lo que allí entra es a
jugar y a cuestionarse sobre la responsabilidad de sí mismo que posea cada uno
y la conciencia que tenga sobre todo con lo que decide interactuar.
Por: Nathalia Gaviria Arango
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