miércoles, 3 de octubre de 2012

Nuestra intimidad no tiene precio… ¿O tal vez si?



Alguna vez navegando en la red se me vino una pregunta a la mente, ¿Cómo hace internet para funcionar? ¿De dónde le entra el dinero para mantener sus páginas? Divagando respecto a estas preguntas imaginé muchas cosas, una de ellas y creo la más ilógica que pensé fue “eso se mantiene por la publicidad” pero lo descarté de inmediato, no creí que fuera eso posible, son muchas páginas web y sería imposible que la publicidad manejara tanto dinero como para que una enorme cantidad de webs como las que existen en la actualidad puedan estar aún en pie y que sus fundadores reciban muy buenas ganancias de éstas. Este pensamiento se mantuvo hasta que tuve la fortuna de apreciar un documental llamado “El precio de lo gratuito”  y de allí pude rescatar esa idea absurda que surgió hace un tiempo en mí y confirmar que no era tan descabellada como me lo imaginé.

“El precio de lo gratuito” se fundamenta en argumentos tales como que “Creemos que las cosas son gratuitas pero el precio es la información que damos en la red” y “Cuanto mayor tiempo estamos conectados más venden, más se consume y más información se produce”, todo esto soportado en puntos de vista muy acertados acompañados de investigaciones, los cuales son fáciles de percibir simplemente contemplando lo que como sociedad nos acontece, esto da razón de lo que hacemos los usuarios para poder estar conectados es regalar nuestros datos personales para abrir cuentas, completar perfiles en los que dices lo que te gusta en cuanto a música, literatura, cultura y hasta preferencias religiosas, creyendo que con poner esos datos simplemente estás completando un perfil que es opcional en la página en la que te inscribes, con eso si terminas un proceso, el mismo del que se aprovechan para extraer información y así poder saber, segmentar y crear nichos de mercado que a simple vista parecen desiertos, pero que es justo gracias a esta interconexión que se presenta de unos años para acá dichos espacios pueden ser abordados de la mejor forma para que los usuarios y futuros compradores cuenten con experiencias placenteras frente a esas situaciones, creo que la mejor forma para englobar este acontecimiento es “publicidad dirigida y a medida”, claro y como era de esperarse en esta sociedad, todo tiene un precio y más si es información que es otorgada sin ningún tipo de resistencia por parte de los usuarios.

Por otra parte si bien la información sobre sí mismos es demasiada en las redes en las que se interactúa, pienso que si se quiere estar informado, actualizado, caminando a pasos mundiales no quedan muchas opciones para resistirse a sumergirse en este tipo de dinámicas, lo que debe hacer el consumidor es asumir su papel de manera responsable y reconocer que en internet el producto somos nosotros mismos, es por esto que si alguien se queja porque alguna red social abusa de su información pues no ponga nada, si en unos años se quejan de fotos tengan en cuenta que una vez algo se sube a la red, ya nunca será bajado de allí, eso no es desconocido y en caso de serlo en los contratos, términos y condiciones a los que las personas le dicen siguiente se especifica todo esto, razón por la cual en esta interacción nos hay víctimas ni victimarios, sólo hay personas que reciben información a medida que otros la otorguen, por lo que allí entra es a jugar y a cuestionarse sobre la responsabilidad de sí mismo que posea cada uno y la conciencia que tenga sobre todo con lo que decide interactuar.


Por: Nathalia Gaviria Arango


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